WeCreativez WhatsApp Support
Envíame tu consulta
👋 Hola
 

¿QUÉ ES UN TRAUMA?

Un espacio para el despliegue de la salud intra, inter y transpersonal

La palabra trauma deriva del griego y significa «herida». Un trauma es un evento que produce un impacto emocional que genera “estado de shock”, en el cual la persona no es capaz de desplegar sus recursos para afrontar la situación en forma eficiente.

La palabra trauma, coloquialmente suele asociarse con un hecho de violencia explícita, a grandes pérdidas o a desastres. Sin embargo, además de los traumas “objetivos”, aquellos que causarían un gran impacto a cualquier persona, existen también los “subjetivos”, que resultan traumáticos a una persona en particular, mientras que podría quizás pasar desapercibido para otra. Por lo tanto, las causas del trauma no determina la calidad del daño que éste produce, porque sus efectos dependerán de cada persona, de su fortaleza yóica, su edad, su contención afectiva, su historia y de la reiteración a lo largo del tiempo.

Si bien todos somos en mayor o menor medida resilientes, es decir tenemos la capacidad de reponernos del estrés, esta capacidad puede verse colmada por la acumulación de traumas a lo largo de la vida. Es por esto que los síntomas muchas veces surgen a partir de eventos que no son necesariamente el origen del problema, sino más bien como la gota que colmó el vaso.

Los traumas generan síntomas. Cuando el impacto emocional se vuelve tan grande que colma la capacidad de resiliencia del sujeto, aparecen tres primeros signos claros: lo que se llama “flashbacks”, es decir, recuerdos intrusivos y repetitivos de la escena en forma de imágenes. Se reviven también las emociones asociadas a los momentos traumáticos, muchas veces miedo, angustia y diferentes tipo de dolor psiquico, especialmente ante algún estímulo que asociemos a la situación traumática. Y se produce ansiedad, que se manifiesta de diversas formas en cada caso, porque quedamos en estado de alerta para intentar prevenir una futura reiteración del evento. A largo plazo producen dificultades en el ajuste del sujeto a la realidad porque en los episodios traumáticos se aprenden emociones y creencias negativas disfuncionales que obstaculizan el sano desarrollo. 

Las diferentes formas de responder a las situaciones estresantes que cada uno implementa, con las herramientas con las que cuenta, son generalmente útiles en ese momento porque le permiten a la persona seguir adelante. 

El problema viene cuando la fuerza que fue necesaria para construir esa respuesta lleva a instalarla de forma rígida en la personalidad, con lo cual, se pierde la flexibilidad necesaria para adaptarse a las nuevas situaciones de la realidad siempre cambiante.

El miedo produce el estado de alerta y éste, a su vez, nos lleva a leer la realidad en busca del más mínimo indicio que nos prevenga el peligro. Y “quien busca, encuentra”… así es como encontramos (al menos muestra amígdala lo hace) dichos indicios amenazantes en situaciones donde no existen realmente y reaccionamos con la respuesta aprendida en aquel momento cuando no es la adecuada.

El trauma es, en definitiva, un hecho cuyo recuerdo resulta perturbador y afecta de tal manera la salud, la seguridad y el bienestar de las personas que llegan a producir síntomas físicos y psíquicos y deterioro de diferentes áreas de la vida del sujeto (laboral, social, familiar, etc.)

Tratamiento de Traumas

Los síntomas y trastornos psícológicos que no son de origen físico (base biológica) son originados por traumas (base psíquica) y responden al tratamiento de Integración Hemisférica.

Generalmente procesamos la información alternando los recursos de ambos hemisferios cerebrales hasta que es almacenada en la memoria. De forma sumamente simplificada podríamos decir que la información ingresa como novedad al hemisferio derecho que procesa imágenes, emociones y sensaciones. Al apagarse éste, la información accede al hemisferio izquierdo, donde se aporta el tiempo, lenguaje y recursos hasta que se almacena en la memoria.

Cuando la novedad que se percibe provoca un impacto emocional extremo, la amígdala (estructura que se activa entre otras cosas ante ciertas emociones para llegar a predecir posibles eventos futuros) queda activada y por lo tanto esa información no obtiene el aporte del hemisferio izquierdo. Así, para esta información, no contamos con la noción de tiempo y creemos, al menos inconcsientemente, que seguimos en peligro. No podemos articular claramente el lenguaje capaz de explicar ni comunicar lo sucedido. No sabemos qué hacer con lo que pasó porque tampoco disponemos de los recursos que necesitamos para enfrentarlo. Y sí, en cambio, se activan las sensaciones físicas, las emociones y las imágenes intactas,  presentes, exactamente como las vivimos en ese momento, ante la menor evocación del recuerdo traumático.

El organismo tiene una gran capacidad de resiliencia, es decir de recuperarse del estrés o sufrimiento, variable para cada persona. Cuando esta capacidad se ve superada, tal vez por la acumulación de diferentes traumas, se producen síntomas. De la misma forma en que si un vaso que rebalsa, no lo hace necesariamente por la última gota. 

Los síntomas son señales de que el organismo se encuentra desorganizado. Es necesario un tratamiento que que remueva las causas del conflicto para impedir que se sigan produciendo. Las técnicas de integración hemisférica, a diferencia de la terapia oral, permiten la integración de los recuerdos traumáticos con ambos hemisferios restableciendo el funcionamiento adecuado del cerebro. 

Esta posibilidad, que se abre gracias a los avances de las neurociencias, constituye uno de los más importantes avances en la clínica psicológica del último siglo. Probablemente, una verdadera revolución, en un campo en el que muchos siguen, hoy en día, creyendo que la “cura” de las enfermedades psíquicas no es posible. Sin embargo, con las técnicas basadas en neurofisiología, los síntomas dejan de originarse, simplemente remiten y el organismo recupera el estado de salud. 

 PROFESIONAL